
Leído esto podemos ver que es muy probable que este
joven padezca este mal que, según tengo entendido, legalmente lo blinda como
inimputable y exento de pena, porque estos delirios son producto de una
enfermedad mental tipificada. Irresponsable legalmente, como su muy amigo J. C.
pues se puede demostrar que su comportamiento (y discurso) no obedece a otro
interés que los que se definen en la patología.
No creo que tenga más material sensible que sus
propios delirios. Desde luego documentos gráficos tiene unos cuantos. Se ha
fotografiado -dicho de forma vulgar- con todo bicho viviente. Y no hay nada de
malo en permitir que un chico educado, bien vestido y con pinta de meapilas se fotografíe a nuestro lado. De ahí a
que se le permita la entrada en una recepción real, hay un paso serio y
preocupante.
No creo que el CNI haya reclutado a este chico, por
muy aprovechables que sean sus cualidades y defectos -que en ciertas
operaciones lo podrían ser-. Ahí no colabora cualquiera. Esta institución es
algo más seria y no pondría en manos de un piante con el ego hecho polvo
información o gestión alguna. Sería como darle a un mono una granada de mano (sin
anilla). Que el Rey Don Juan Carlos le haya atendido su llamada es posible.
Primero porque Don Juan Carlos es una persona educada y cordial y, segundo,
porque llama alguien que dispone del número de su teléfono personal (que creo
no viene en la guía). A la Vicepresidenta le ha nacido un colaborador
supernumerario (no en diferido). La pobre, con lo sensata que es, debe estar
alucinando con este asunto.
La lista de los mencionados por el pequeño Nicolás
es extensa, como lo es la de los fotografiados -que no podrán desmentir su
instante gráfico-.
Este chico el único material
sensible del que puede disponer son sus documentos gráficos, de poco o escaso
valor, salvo el coleccionismo. Creo que es un enfermo que padece megalomanía
-que la forense determinó en primera instancia judicial- y que, como enfermo
mental, no será juzgado con severidad.
El pequeño Nicolás cree abierta su puerta a la
popularidad y, con ella, la del éxito pero la realidad tal vez sea otra muy
distinta. Puede que se haga merecedor del olvido y solamente pase a la galería
de las anécdotas.

En vez de hablar del tal Nicolás sería mejor
hacerlo de su amiga, que luce mejores atributos (c.q.d.). Tal vez por este camino encontremos la solución del enigma.
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