Los nuevos tiempos parecen alterar el orden que venía
siendo natural en el panorama político internacional y, como bien sabemos,
cualquier desajuste de lo acomodado se acompaña de incertidumbre –parámetro que
altera las expectativas de los operadores del corto plazo-. Esto que digo tiene
protagonista principal: el señor Trump.
Trump, de momento, intenta cumplir
su programa y, nos guste o no, “hace” (de hacer cosas) verbo que no acompaña el
comportamiento de muchos gobernantes que esconden en el término prudencia su
inoperancia y miedo. Esto se le da muy bien a los gallegos. Conclusión Trump es
valiente.
Trump, de momento, da juego para
llenar cada día medio informativo y avivar tertulias donde quienes crean
opinión (según se autodefinen) separan el bien y del mal con pronóstico
reservado, por si hubiere que cambiar de bando al minuto siguiente. Excepción
de aquellos que cotizan en nóminas estables – y creo que nos entendemos-.
Trump, de momento, está demostrando
que no se puede gobernar a golpe de decreto porque los mecanismos establecidos
son, como la nomenclatura, complejos e imprevisibles. Ir a contra
corriente sin contar con una fiable sala de máquinas es complicado.
Trump (el que no iba a ganar) de
momento ha ganado y de aquí en adelante veremos cómo el individuo lucha contra
el sistema y se enfrenta a la nomenclatura.
De todos modos es de obligada
cortesía felicitar el nuevo Presidente y desearle el mejor gobierno posible.
Debemos otorgar el beneficio de la duda y saber esperar. El sistema ponderará
ciertas intenciones e ideas iniciales. ¡Allí; seguro!
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