Sevilla da personajes únicos. Jesús Rosendo "el traga", Vicente y su canasto de garrrapiñadas, Juan Joya "el risitas", y mil más. Uno de ellos, ya fallecido, fue "Antoñito procesiones", conocido así por su afición a ser comitiva de todas las procesiones sevillanas, que no son pocas. Pues sobre este personaje conocí la anécdota que os cuento:
En época de la dictadura, en el Ateneo de Sevilla, pronunciaba conferencia don Esteban Bilbao, Presidente de las Cortes. Antoñito procesiones entró en el Ateneo por distraer el momento. El acto ya había empezado, Antoñito se sentó entre los asistentes, casi al final de la sala.
Antoñito procesiones nada entendía de cuanto se hablaba pero todo lo observaba y vio que, sobre la mesa del conferenciante, había una jarra y un vaso de agua. Pasados unos minutos, Antoñito se levantó, avanzó ceremonioso por el pasillo ante el asombro de todos, llegó a la mesa del conferenciante y, de un trago largo, se bebió el vaso de agua. Un silencio absoluto se hizo en la sala. Antoñito se volió hacia el auditorio y, con voz alta y clara dijo:
-"¡Eztaba zequito...!"
El Presidente del Ateneo, con discreto gesto, aclaró al conferenciante la limitación del "zequito". Antoñito volvió parsimonioso a su asiento y el orador continuó el discurso.
Esta anécdota hizo notorio el acto y, por ella, ha pasado a la historia en lugar de hacerlo por el discurso del Presidente de Las Cortes.
Me la ha contado alguien que presenció la escena que, desde luego, no tiene desperdicio.
Otros que han narrado esta anécdota ponen, en boca de Antoñito, frases muy parecidas pero, quien atestigua, asegura dijo tal y como aquí se ha escrito.
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