24 nov 2014

El pequeño Nicolás. Ahí queda eso.


El pequeño Nicolás ha montado un "pollo nacional" y, como suele ocurrir, divide las opiniones. Unos opinan que dice verdad y que era un mandado o utilizado por ciertas instancias oficiales o estamentos políticos. Otros que es un enfermo que padece megalomanía y, sobre aislados puntos ciertos, monta una historia bien formada, con visos de posible y acomodada a sus aspiraciones. Yo creo que esto último es más probable. Veamos la definición de esta patología: Megalomanía es un estado psicopatológico caracterizado por delirios de grandeza, poder, riqueza u omnipotencia. A menudo el término se asocia a una obsesión compulsiva por tener el control. La palabra deriva de dos raíces griegas, (grande) y manía (obsesión). A veces es un síntoma de desórdenes psicológicos como el complejo de superioridad o la compulsión eufórica, donde el sujeto aquejado de esta perturbación tiende a ver situaciones que no existen o a imaginarlas de una forma tal que sólo él termina creyendo. Las puede emplear para manipular sentimientos y situaciones de cualquier tipo. Es un mal estudiado por los especialistas desde tiempos muy remotos. Los ejemplos más comunes son de emperadores, monarcas, dictadores y de jefes de familia, entre otros. También se puede interpretar como un desmedido afán de notoriedad.
Leído esto podemos ver que es muy probable que este joven padezca este mal que, según tengo entendido, legalmente lo blinda como inimputable y exento de pena, porque estos delirios son producto de una enfermedad mental tipificada. Irresponsable legalmente, como su muy amigo J. C. pues se puede demostrar que su comportamiento (y discurso) no obedece a otro interés que los que se definen en la patología.
No creo que tenga más material sensible que sus propios delirios. Desde luego documentos gráficos tiene unos cuantos. Se ha fotografiado -dicho de forma vulgar- con todo bicho viviente. Y no hay nada de malo en permitir que un chico educado, bien vestido y con pinta de meapilas se fotografíe a nuestro lado. De ahí a que se le permita la entrada en una recepción real, hay un paso serio y preocupante.
No creo que el CNI haya reclutado a este chico, por muy aprovechables que sean sus cualidades y defectos -que en ciertas operaciones lo podrían ser-. Ahí no colabora cualquiera. Esta institución es algo más seria y no pondría en manos de un piante con el ego hecho polvo información o gestión alguna. Sería como darle a un mono una granada de mano (sin anilla). Que el Rey Don Juan Carlos le haya atendido su llamada es posible. Primero porque Don Juan Carlos es una persona educada y cordial y, segundo, porque llama alguien que dispone del número de su teléfono personal (que creo no viene en la guía). A la Vicepresidenta le ha nacido un colaborador supernumerario (no en diferido). La pobre, con lo sensata que es, debe estar alucinando con este asunto.

La lista de los mencionados por el pequeño Nicolás es extensa, como lo es la de los fotografiados -que no podrán desmentir su instante gráfico-.
Este chico el único material sensible del que puede disponer son sus documentos gráficos, de poco o escaso valor, salvo el coleccionismo. Creo que es un enfermo que padece megalomanía -que la forense determinó en primera instancia judicial- y que, como enfermo mental, no será juzgado con severidad.

El pequeño Nicolás cree abierta su puerta a la popularidad y, con ella, la del éxito pero la realidad tal vez sea otra muy distinta. Puede que se haga merecedor del olvido y solamente pase a la galería de las anécdotas.
El niño no dejó títere con cabeza. Bajo la coletilla " Como ya dije..." Vamos, que tenemos el Estado en sus manos y la Seguridad Nacional en su bolsillo. Es asombroso que alguien pique en estos anzuelos como lo ha hecho, con las prisas que ordena la primicia, el periodista Sr. Inda (supongo que por motivos mercantiles). Las supuestas altísimas gestiones del pequeño Nicolás, presentadas con discurso ortopédico y bien actuado, son un insulto a la inteligencia y quien crea tales historias, pues... sea anatema (por no usar el más duro término de tonto).
En vez de hablar del tal Nicolás sería mejor hacerlo de su amiga, que luce mejores atributos (c.q.d.). Tal vez por este camino encontremos la solución del enigma.
 

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