En tiempos pasados no estaba mal visto tener una amiga
con cargo al presupuesto. Quien se preciara tenía una amiga fija que suplía las
deficiencias sexuales de la esposa oficial a la que se calificaba como muy casta y
decente y, consecuentemente, aburrida sexualmente. Tantas eran esas
deficiencias que la querida estaba, más o menos, institucionalizada, bien vista
socialmente y consentida como mal necesario por la Iglesia. Ciertas categorías
sociales no podían prescindir de esa figura en su vida. Incluso entre las
esposas de quienes gozaban de ese suplemento sexual se discutía si la querida
de fulana era más guapa que la de zutana. Las resignadas esposas soportaban esa
situación como un mal menor, común y "de clase".
Parece
ficción pero lo que acabo de decir es totalmente cierto. Ahora corren otros
tiempos y tener querida está menos bien visto. Tal vez tolerado pero si es con
cargo al presupuesto pasa a ser inapropiado.
Dos
diputados del PP (partido que salvaguarda las tradiciones de la cepa hispana)
han mantenido relación sentimental con la misma mujer (en momentos distintos, según
dicen). Una bella militante con habilidades de acercamiento al poder según ha
quedado demostrado. Esas relaciones han arruinado la carrera política de dos
españoles de pro. Una pena. La culpa la tiene el riego sanguíneo del varón
hispano: insuficiente a todas luces pues si acude al pene desatiende el
cerebro. Y sucede lo que se conoce como "perder la cabeza". Así pues
el riego sanguíneo de esos dos padres de la Patria los descabalga de las
riendas del poder (y de la participación en la salvación de la Patria por ende).
Mejores
tiempos eran aquellos en que tener una relación de esta índole estaba bien
vista y, si era con cargo al presupuesto, hasta aplaudida por la picaresca
hispana.
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