Si Carlos III levantase la cabeza y viese lo que aquí se trata, volvería súbitamente a su real tumba con cierta preocupación. La depreciación de las condecoraciones, que desde hace tiempo se venía vislumbrando, ha quedado consolidada con el ingreso de esta miembra en la Real Orden de Carlos III.Otorgar tal galardón a esta flor del amiguismo por haber dado un breve panderetazo político, con escasa faena y menor lucimiento, tiene enjundia. Estos sucedidos y otros similares hacen sabia la máxima marxista "Jamás perteneceré a un club donde acepten gente como yo" (Groucho).
A ver quién es guapo que acepta ahora esta distinción sin sentirse ninguneado.Y para que el lector vea que no es broma (aunque así lo creí cuando me lo contaron) puede verificar este luctuoso hecho en el Boletín Oficial del Estado, siguiendo el enlace que facilito.
http://www.boe.es/aeboe/consultas/bases_datos/doc.php?id=BOE-A-2010-17123
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