Don Arturo ha decidido iniciar la senda de la independencia catalana. Poco convencido se le ve al muchacho pero "propaganda obliga". Hay próximas elecciones y hay que hacer sonar las cacerolas, aunque sea con acordes disonantes. Arturo ha decidido tocar el bombo.
Esta postura de don Arturo no sería peligrosa si el personal fuese inteligente pero... Por otro lado, los periodistas, esos que se auto definen como creadores de opinión, caen en esta trampa como moscas sobre miel. Llaman a don Arturo "Artur" y ponen, con sus reflexiones escasamente inteligentes, el platillo. Resultado: bombo y platillo.
Vemos pues a don Arturo en campaña orquestada. Ocupa la atención de todo el reino de España y, en realidad, es de lo que se trata. Objetivo conseguido don Arturo. Además, con este ruido, no se escucharán los resultados de gestiones y cuentas autonómicas.
Desconozco qué dice la Ley al respecto. Porque si está permitida la libre convocatoria de un referendum de autonomía, voy a proponer uno de entre mis vecinos y declararnos "urbanización independiente" con lo cual nuestro "Juan Cuesta" de turno -que lo tenemos- podrá crear embajadas y delegaciones por doquier y nombrar consejeros a sus sobrinos y familiares, como viene siendo costumbre.
Sobre esta tontería solamente añadiré, por no merecer más importancia, que la Ley no se cumple y quien la tiene que hacer cumplir "galleguea" y, por consiguiente, no sabemos si sube o si baja.
Lamentablemente.
Quede claro al lector y la Historia dará razón de esto: Pedir la independencia es un negocio, conseguirla una ruina.
Quede claro al lector y la Historia dará razón de esto: Pedir la independencia es un negocio, conseguirla una ruina.
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