Al señor Bárcenas lo han pillado
con el carrito de los helados -y también a su antigua familia política-. La
corrupción bandea a diestra y siniestra con parecida intensidad y a todos toca,
incluso a instituciones que se presumían intocables por irresponsable, como la Corina, perdón, Corona.
Los
valores del hombre están en desuso a pesar de que las religiones insisten en su
recuperación, parece de imbéciles llevar la religión más allá del tiempo
estricto del rezo colectivo. Su uso exclusivo es para el perdón o el
arrepentimiento, pero las doctrinas religiosas parecen no estar para imprimir
carácter a los comportamientos. Así lo interpretan estos meapilas y muchos de
los dirigentes religiosos. Pero no hablemos más de estas supersticiones y
volvamos al desencanto.
La ciudadanía se desespera porque
no encuentra el camino incruento de la rebelión efectiva. De esa rebelión que
acabe con tanto chorizo y comience a sentar las bases económicas que patrocinen
la producción y, por ende, el imprescindible empleo. Si los consumidores no
tienen medios económicos el círculo de crecimiento se detiene. La riqueza se
acumula en minorías y la pobreza amenaza a la mayoría. “Si eso es la democracia
prefiero la dictadura” decía el otro día un amigo a quien tengo por
inteligente. Da que pensar esta reflexión.
Los fraudes en los “ERES” de
Andalucía –que se veían venir desde tiempo- están ahora levantando polvo. Todos
a la cárcel. Yo preferiría que no fuesen a la cárcel a comer y dormir con cargo
al presupuesto, sino que devolviesen íntegramente el total sustraído con los
intereses correspondientes, naturalmente. Y ésta obligación pecuniaria la
extendería a sus herederos pues si la riqueza que se hereda fue obtenida
mediante fraude, hay que reponerla.
Tantas leyes para tan poca
coherencia. Esto es inexplicable. Los ciudadanos estamos cansados de tanto “rendijero”
oportunistas de medio pelo que, tan pronto tienen ocasión, meten la mano en la
Caja con la reflexión “si me pillan, ya veremos…” y, claro, es más cómodo
enriquecerse robando y pasar tres o cuatro años dormitando en una cárcel que
estudiar una carrera y trabajas honestamente, lo que no garantiza el enriquecimiento.
Los valores morales –que nada o
poco tiene que ver con las religiones- no están de moda para esta gentecilla
que llega a sus cotas de poder mediante la conspiración, la inmoralidad y, muchas
veces, la delincuencia. Esto, señores, tiene que acabar o no nos quedará más
remedio que liquidarlo de forma violenta.
Si en estos momentos ocurriese un
“tejerazo” la mayoría de los ciudadanos lo apoyarían, no nos quepa duda. Y no sería
con la visión nostálgica de tiempos pasados sino con la intención firme de
desmantelar el actual modelo de administración –y sus intolerables reinos
taifas- que alimenta a tanto político y a tanto advenedizo. El modelo actual económicamente
es insostenible y políticamente muy incorrecto ¿dónde está el sentido común? y ¿este
es el precio de la libertad? ¡Pues vaya!
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